lunes, 2 de mayo de 2016

LA EVOUCIÓN HACIA EL MAL

Antes de dedicarme a hablar de la inmortalidad del cangrejo, de los cambios fisionómicos de la Barbie, de las “tronas” de Maradona y sobre el sexo de los ángeles, entre otros temas que posiblemente sean más interesantes para los venezolanos, séame permitido por una vez más elevar este grito en el desierto. Una querida amiga me preguntaba que por qué nuestra sociedad “involucionaba” y cada día era tan indiferente a la barbarie, a la atrocidad y a la violación de casi todos sus derechos. Más aun, lo que la atormentaba era que parecía que más bien participábamos, cómplices o silenciosos y pasivos, a la pérdida del país, de la vergüenza y de la dignidad. Incluso, un número significativo de venezolanos apoyan y están de acuerdo con el discurso oficial de una dictadura o más bien, ante una caricatura sangrienta de gobierno. Le dije que yo no creía que involucionamos. El advenimiento de las sociedades totalitarias en el siglo xx no ha cesado de suscitar preguntas relativas a lo que es el hombre, a lo que es la razón, a lo que es la relación de los comportamientos sociales con la historia. Preguntas que no comprometen sólo a nuestro pensamiento del mundo, sino igualmente a nuestro destino como hombres, es decir, seres dotados de razón que tratan de vivir una sociabilidad fundada en la palabra, la persuasión y el diálogo. Ahora bien, lo que nuestra historia ha mostrado es que el ejercicio de esta racionalidad en el seno de una sociedad que pretende ser libre, no era más que una posibilidad entre otras. Posibilidad que podía ver la luz o no verla, posibilidad quizá destinada a la muerte si los hombres no toman conciencia de su realidad. Esta historia ha hecho surgir en el horizonte el engendramiento del hombre como un ser completamente susceptible de ser modelado, un ser cuya modelación puede ser en positivo y en negativo. Ojo, aquí debemos recordar que el último gran modelador fue el Libertador de Sabaneta, narcisista, resentido y lleno de carencias afectivas que lindaban en una personalidad psíquicamente enferma. Esto revela la sucesión de múltiples rostros, para lo cual se mostraba magnánimo, autoritario, cobarde, héroe, pobre, poderoso dentro de unas contradicciones que solo llevaban el cálculo político para mantenerse en el poder. Algunos de entre ellos nos son familiares, algunos son tal vez difícilmente reconocibles, pero todas las taras las transmitió a una masa ignara y preterida, que irresponsablemente esperaba a un mesías, sin que ellos levantaran un dedo para lograr sus legítimas reivindicaciones. Una elocuente características de un sector significativo de nuestro pueblo es esperar que le den y no bregar por lograrlo por sí mismo. Esta expectativa se ha mostrado bajo el aspecto de vías imprevistas de la historia, de situaciones insólitas en las cuales hemos progresivamente perdido la democracia, el respeto y la dignidad; nuestro perfil ha cambiado subrepticiamente de rostro. Estas metamorfosis, por momentos monstruosa, nos obligan a volver a formular el concepto de lo que somos como venezolanos. Revisemos dos proposiciones morales que Kant repite constantemente: aquella que exige cumplir siempre una promesa y aquella que consiste en no mentir. El mal moral consiste entonces en la infracción de lo que indican estos enunciados. Los venezolanos no cumplimos nuestra promesa de respetarnos mutuamente, y mentimos al decir que todo está bien, que aquí marchamos hacia una felicidad sin macula. Se ha partido de una atribución de finalidad a la historia y al hombre, en tanto ser racional, a una situación en que esta especie de atribución ha revelado ser falsa, en la medida en que se confronta con la violencia política, la sinrazón de conciudadanos que se roban, saquean y especulan mutuamente, así como el engendramiento de las formas totalitarias de enmarcar la vida social y política hasta en el diario comportamiento en nuestros hogares y entorno sin protestar, corportandonos con violencia y pataneria y en un mutismo parecido inmensamente a la estupidez. Somos los venezolanos seres totalmente indeterminados, algo así como seres sin esencia. NO AMIGA, NO HEMOS INVOLUCIONADO; HEMOS EVOLUCIONADO HACIA EL MAL