miércoles, 1 de julio de 2015

CANSANCIO EN EL ALMA

Debo decirlo de una vez. Cansancio no significa derrota, ni abandono de una lucha. Es sentir que se agota la fuerza, que se apaga el ímpetu, que se requiere un alto en el camino. Es detenerse y evaluar lo que se ha hecho bien y lo que se ha hecho mal. Si hay un enemigo común, que afecta a todos…parece fácil el acuerdo…pero no lo es. Ese enemigo torpe, bruto, criminal, incompetente y todos los demás epítetos que le podamos endilgar, tiene una virtud. La virtud de la permanencia. Nos ha impuesto un enfrentamiento, ha comprado conciencias, ha humillado dignidades, ha mancillado la soberanía de la nación permitiendo la colonización de despiadados sátrapas. Pareciera que el rechazo y la denuncia serían las acciones obvias. Pero tampoco. Hay víctimas que los defienden, por el agradecimiento de dadivas recibidas, por limosnas otorgadas. A esos los entiendo. Son los agradecidos por la manipulación Pero también los hay convencidos por la retórica del odio, del revanchismo y del resentimiento social. Los que niegan que hay miseria, que hay crimen, que hay escasez, que hay inflación. Esos son los ciegos/o hipócritas. Pero los más perversos de todos son los que esquivan la realidad, la deforman y si la fuerza de los hechos los deja en evidencia, acusan a enemigos remotos o cercanos, ocultan los asesinatos y las encarcelaciones sin ninguna legalidad, las violaciones de personas y derechos y en fin, olímpicamente la endosan a unas “guerras” imaginarias de todos los calibres. Estos son los que ejercen el poder. Lo peligroso es que para mantenerlo son capaces de acciones similares a sus admirados ISI (EI), FARC, AL QAEDA o G2. No se puede liberar a un pueblo de una tiranía propiciada y mantenida por sus propias víctimas. El odio visceral, la diatriba estéril y la insensata búsqueda de intereses personales y de protagonismos inicuos solo garantizan mucha sangre, mucho dolor y muchas lágrimas. Es doloroso sufrir la agonía de un ser querido; pero más dantesco es ver como se nos muere una Nación. Tengo cansada el alma