lunes, 18 de marzo de 2013

LAS VERSIONES DE LA VERDAD

Recientemente, un amigo me envió un artículo del sociólogo Fernando Mires, en donde hace un análisis brillante sobre un tópico de nuestra realidad política. El asunto allí tratado no es el tema que me mueve a escribir esta nota. Es más bien un aspecto tangencial al que se refirió el insigne pensador y que derivó, para mí, en una especie de irónica paradoja. En parte de su exposición, el autor señala lo siguiente: “Solo la verdad, es decir, la disencia frente a la no-verdad, nos convierte en seres adultos. La verdad nos hace libres; entre otras cosas, libres de la mentira. La verdad puede ser, por eso mismo, violenta (Hannah Arendt) Pues debajo de cada mentira hay una verdad, y cuando la verdad irrumpe en la superficie, destroza a una mentira. Eso a veces duele. Pero, a la vez, no hay nada más bello que vivir bajo el imperio de la verdad. Quien la ha conocido no la abandonará jamás.” Un texto sin desperdicio, del cual me siento identificado. Como para corroborar dicho aserto, recibía en ese mismo día un correo electrónico en donde se hacía referencia a un pasaje bíblico del libro de Daniel y que relata la historia de Susana, una esposa judía de un acaudalado hombre la cual fue acusada falsamente de infidelidad por dos ancianos jueces. Estos habían recurrido a la injuria al ver rechazadas sus pretensiones libidinosas hacia la dama en cuestión. Ella optó por someterse a un juicio y confiando en la verdad y limpieza de su comportamiento fue salvada por Daniel, en un acto público que concluyó con la condena y muerte de los inicuos ancianos. La enseñanza que vi en dicho pasaje y que se relaciona con lo que decía Mires en su artículo es que actuar con la verdad es un camino que nos conduce a un bello imperio. Más aun, cuando este punto es reforzado por un libro que una gran parte de la humanidad considera sagrado. El tema, hasta aquí, no tiene mayor trascendencia. La situación se torna un tanto bizarra cuando queriendo ampliar el alcance de la lectura, consulto una de las Biblias de mi biblioteca y al buscar el capítulo 13 de Daniel; que es donde está contenida la historia de Susana; para mi sorpresa, el mismo termina en el capítulo 12. Esto me llevó a consultar otra Biblia y en esta segunda si estaba contenido no solo el mencionado capituló sino también el 14. El punto es que son dos Biblias de diferentes iglesias: la primera protestante y la segunda católica. La paradoja y la ironía es que lo sagrado de la verdad tiene también sus versiones diferentes.