sábado, 12 de abril de 2014

TRES MUNDOS

El doctor Pablo Pineda Vásquez, medico y pensador larense, escribió un libro hermoso que en épocas juveniles ejerció una gran influencia en mi formación. “Dos Mundos” era su titulo. Lleno de optimismo y haciendo un inventario del avance del conocimiento humano, invitaba a soñar y creer en un mundo mejor. Cometiendo un sacrilegio para tan ilustre autor, tomo y deformo su titulo para dar nombre a estas notas. Desde la depresión, desde la angustia, desde la rabia no hay posibilidades de pensar y actuar con inteligencia y altura. Sólo la emoción y la pasión son malas consejeras para poder evaluar los acontecimientos, vislumbrar los escenarios y tomar las decisiones correctas. Si algo hay que reconocer es la habilidad con la cual el actual régimen ha manipulado y manejado las más bajas pasiones de los venezolanos de a pie, los eternos preteridos, los depauperados. El principal crimen de los que detentan el poder no es este uso inmisericorde de la deformación y el engaño sino el fin último que pretenden: la perpetuación de la miseria de muchos para garantizarse el control social. La necesaria búsqueda de salidas pacificas es una opción muy valorada y a la cual todos deberíamos apostar. Pero es necesario crear una plataforma mínima que garantice la productividad de cualquier intento de salida, sin agendas ocultas ni intenciones subalternas. Hay tres mundos en esta dinámica, la cual obliga a un planteamiento serio y sin ambages. En primero de estos es la visión radical de los dos extremos. Uno para mantener el status quo, corrompido, totalitario, excluyente y sectario de visionar el poder. El otro extremo busca desalojar del poder a los primeros, aplicándole su propia medicina de violencia, exclusión y sectarismo. Es la solución de “quítate tú para ponerme yo”. En el fondo, se trata del acceso al botín y a la depredación. Es el mundo de los oportunistas que no tienen pudor de saltar a una u otra posición dependiendo de los grados de posibilidad de obtener prebendas. El segundo mundo es el de los indiferentes, o más bien el de los tibios. Aquellos descritos con las terribles palabras del Apocalipsis de Juan (Apocalipsis 3:15,18): “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente! Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas”. Es el mundo de los que en un comportamiento altamente egoísta e irresponsable, no hacen nada para no arruinar su zona de confort y seguridad. Y esto no solo aplica para los ricos y usufructuadores de fortunas. Es igualmente identificable con los conformistas de su miseria. Por último, y no menos importante y significativo, está el mundo de los que visualizan el presente y el futuro como la necesaria convivencia de todos. Los que se reconocen y reconocen a los diferentes. Los que teniendo sueños y necesidades distintas, saben que solo es posible lograrlas en laboriosa comunidad y ambiente de respeto y tolerancia mutuas. Donde a pesar de las distintas capacidades y potencialidades, existe una igualdad de derecho a vivir y a respirar en armonía. No hay posibilidad de síntesis entre estos tres mundos. Son excluyentes entre sí. Evidentemente que la posibilidad de evitar los derramamientos de sangre, la ignominia y el crimen estará asociado a cual de los mundos prevalezca.