Según Gómez (2001) el libro “El ser y el tiempo” de Heidegger es el núcleo básico del siglo XX. Tal vez eso explicaría el porque este siglo fue una época fracturada y contradictoria, donde hubo el desarrollo tecnológico y científico más grande desde la prehistoria, pero también las guerras, los genocidios y las segregaciones mas infames de todos los tiempos. Sin conocer a fondo la obra del autor alemán, pero asumiendo su pública filiación nazi, es evidente que es un hombre de este siglo. No sé si su obra coincide con sus inclinaciones políticas, pero a juzgar por lo nefasto del régimen hitleriano, sería mejor que no, y de esta manera su aporte intelectual quedaría a salvo y se constituiría en la parte buena de la contradicción que caracterizó a la centuria señalada.
Este comentario viene a colación por la respuesta que el mencionado intelectual inicialmente citado le dio públicamente a un joven que se declara ateo y a la vez ético. Dentro de las argumentaciones que el insigne economista devenido en filósofo presenta está la siguiente: “Para ser ente ético es necesario trascender la lógica para acceder a la dimensión de lo absoluto, de lo incondicionado, de lo inefable, de lo que tiene que ver con este mundo, de lo que está mas allá de la razón. Que es precisamente la esfera de lo sagrado”. Mas adelante agrega: “Solo si accesas a la esfera de la trascendencia, de lo absoluto e incondicionado, si llegas al nivel del espíritu en el que se respeta a los demás porque uno decide respetarlos, independientemente de que ellos nos respeten y de todo lo que en este mundo pueda condicionarnos; cuando se llega a ese nivel; se es un ente ético”. De esto se desprende que la condición ética es casi una iluminación, aunque volitiva, dado que al acceder a la dimensión de lo absoluto, respetas a las personas porque quieres y no porque eso garantice la convivencia en sociedad. Esta especie de ética trascendental no parece que tenga nada que ver con lo sostenido por mi profesor y amigo Ibar Varas (2001) cuando afirma que “la ética es una creación humana, no proviene de los dioses, tampoco es una eclosión de algún cisma metafísico. La ética es una construcción en la pluralidad de los seres que anhelan la convivencia armoniosa en el compartir. Por ello, su mayor solidez es el consenso y la aceptación racional de que es posible la diversidad y el acuerdo”. Es posible que esta ultima definición , a juicio del doctor Gómez, esté a nivel de la lógica y no haya trascendido hacia esas alturas absolutas, pero debo confesar que la prefiero; y aquí voy a ser un tanto temperamental; la prefiero porque siempre he sido reacio a explicaciones que parecen mas a dogmas religiosos y verdades reveladas que el simple y pedestre anhelo de vivir en un mundo donde se me respete y en donde la libertad de elegir no se encuentre supeditada a la divinidad o a un absoluto (ya sea Iglesia, Estado, Partido o Ética trascendental).
REFERENCIAS.
Gómez, Emeterio. (El Nacional, mayo 6 de 2001). Los éticos ateos. Pg. 2-10.
Varas Ibar. (El Impulso, abril 8 de 2001). Una reflexión siempre actual. Pg. A-2.
martes, 8 de enero de 2008
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